Game of Thrones: La caída del mito

(Este post contiene spoilers del final de GOT).

Game of Thrones es el producto más exitoso de la era post-Golden Age of TV (si me preguntan a mí, dicha etapa terminó con Hannibal en 2015, pero mucha gente debe pensar distinto), donde las historias se proponían desafiar absolutamente todos los límites, desde lo épico hasta el shock value puro y duro.

Comparada constantemente con The Walking Dead, la serie premium de alto presupuesto vs la del cable básico, ambas de ratings astronómicos para los tiempos del streaming, TWD se desinfló (por razones que quizá alguna vez discutamos en X Podcast) y GOT pareció ganar la partida como la serie de la década, con un fandom masivo que alardeaba de lo brillante de su narrativa y estilo visual, pero que también protestaba cuando el show se alejaba de los libros, exigía perfección cuadro por cuadro cuando el VFX se olvidó de borrar un vaso de café en medio de un banquete o tuvo arranques francamente ridículos como la petición para rehacer una temporada completa.

La leyenda cuenta que HBO ofreció todo el tiempo y dinero disponible a Benioff & Weiss para que concluyeran Game of Thrones a su antojo, y ellos solo quisieron hacer una última temporada de 6 capítulos. Tras anuncios de precuelas y muchos meses después, todo parecía ir bien a la mitad de la S8: el Night King cayó espectacularmente gracias a Arya, hubo espacio para el fanservice… hasta que Dany tuvo la fabulosa idea de proceder con el ataque a Cersei pese a la negativa de Sansa Stark.

Las consecuencias las vimos todos: Missandei es ejecutada, King’s Landing arrasada, Cersei y Jamie muertos entre las ruinas. GOT pudo enfrentar a sus reinas y personajes más interesantes en un duelo épico en el penúltimo episodio, pero decidieron echarle la culpa de todo a la “locura Targaryen” de Dany, que también termina muerta a manos del mayor imbécil de la serie, Jon Snow. Tyrion inexplicablemente se salva de la quema mientras Bran Stark se queda con el trono junto a un consejo de tipos. Sansa reina en el Norte, pero se queda sola ya que Arya decide irse de mochilera más allá de Westeros, y Brienne tiene que escribir la historia de Jamie en lugar de la suya, lo que bien podría ser un perfecto resumen de lo ocurrido con los personajes femeninos del show, tan necesitado hasta el final de mujeres detrás de la cámara.

No puedo decir que soy fan de GOT porque he sido una televidente ocasional desde la temporada 4, pero aprecio a varios de los personajes y el trabajo del cast. Sin embargo, mis años de fandom, de darme topes con las tramas de X-Files y las triquiñuelas de Chris Carter me hacen entender perfectamente la decepción y/o enojo de los fans de la serie. Kit Harington culpa a la audiencia de no darse cuenta de la maldad o locura de Daenerys… pero ¿cómo decir eso cuando ha sido el propio programa quien la endiosó durante 8 temporadas para luego convertirla en villana con la misma rapidez con la que Thanos chasquea los dedos?, es incongruente, y más cuando la propia Emilia Clarke compartía la visión del personaje que tiene el público.

¿La soberbia superó a los showrunners como el poder lo hizo con Dany?, es posible. Fallar y no cumplir con las expectativas es parte de la naturaleza humana y no son los primeros ni los últimos en hacer un final decepcionante, pero realizarlo con tantas ventajas y teniendo todas las de ganar es solo mediocridad. El universo de Game of Thrones, su elenco y su público merecían algo mejor que eso… y solo George R. R. Martin podrá arreglarlo.

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